Imágenes de mis recuerdos.
Simples fragmentos de tiempo creados por mí.
Porciones de mi vida.
Existen momentos en los que reniego del placer de disfrutar,
momentos en los que toda mi esencia se desvanece y mi único deseo es perderme en las calles,
sumergirme en la soledad de Buenos Aires.
Recorro las calles de la ciudad,
devano cada línea posible.
Intento dejar una porción de mi en cada baldosa.
Tengo la esperanza de poder permanecer en todas estas veredas como un transeúnte eterno e infinito.
Recorriendo mis pasos,
seguro encontrarás algo de mi,
tal vez hasta descubras la esencia que rige a mi ser.
ahí afuera,
o aquí dentro,
intento recordar cada reflejo que ella me da.
Los mundos que surgen de estas solitarias caminatas son infinitos,
tan infinitos como hombros roce,
como miradas reciba o dé.
Salir a descubrir,
sumergir mi ser,
despojarlo de mi,
resignificar mi lugar.
Enajenado camino por mis entrañas,
advierto las húmedas paredes de mi ser.
Salgo por mis ojos,
Pero continúo dentro mío,
vuelvo a entrar.
¿El mundo pasa debajo de mí o simplemente soy transportado?
¿Transcurre el tiempo de igual manera
o nosotros transcurrimos de distinta forma?
Vago por altitudes y ritmos lejanos, ocultos tras la distancia;
tropiezo con mi imagen, mi entrañable imagen;
descubro la lluvia, catarata de significados.
Inmensas gotas repletas de sensaciones
golpean e inundan cada hueco,
lo llenan hasta desbordarlo.
Descubro a los otros fuera de mí
me concibo como ser, descubro el placer,
encuentro el momento y el lugar,
tal vez esta sea la velocidad adecuada del tiempo.
Montréal, 2003